Época: XX13
Inicio: Año 1900
Fin: Año 1925

Antecedente:
La construcción de una nueva arquitectura

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

En 1917 se funda el grupo holandés De Stijl -"El Estilo"-, con un nombre equívoco y, a la vez, lleno de resonancias. De Stijl pretendía formular y codificar un nuevo estilo y en ese empeño participaron artistas y arquitectos como Theo van Doesburg, Piet Mondrian, Jacobus Johannes Pieter Oud, Robert van't Hoff, Cornelis van Eesteren o Gerrit Rietveld. El grupo, su revista, del mismo nombre, y sus sucesivos manifiestos van a plantear un problema fundamental tanto de la vanguardia artística como de la arquitectura: el rechazo de la historia y también de la tragedia, de la angustia metropolitana. Una tabula rasa que querían definitiva con respecto al pasado, unificando además los instrumentos figurativos y conceptuales de la pintura y de la arquitectura. O mejor aún que unificando, borrando las barreras disciplinares. De Stijl, de la misma forma que otros grupos de vanguardia, establecía un nuevo comienzo para el arte, aunque vestido con el radicalismo de las teorías de origen hegeliano sobre la muerte del arte. También tenía un marcado carácter místico y teosófico, como otros grupos de vanguardia defensores de la abstracción, tratando de encontrar un equilibrio entre lo universal y lo individual. Un equilibrio que era también rechazo del pasado y construcción de un arte puro, en el que la relación entre arte y vida debería anular sus conflictos.La polémica contra el Expresionismo llevada a cabo por De Stijl conducía necesariamente a la desaparición de la pintura, convertida en metodología analítica con miras a una planificación colectiva de la arquitectura y del urbanismo, y por tanto a una organización racional y lógica de la vida. El naturalismo figurativo del cubismo tampoco tenía cabida en el Neoplasticismo. Sus planteamientos tenían como destino su disolución en la metrópoli y en esto coincidieron con algunas propuestas dadaístas y constructivistas. La arquitectura y la ciudad, en efecto, constituyó frecuentemente el argumento de sus manifiestos y la excusa de sus objetos y pinturas, entendidos casi en la misma secuencia clásica del proceso del proyecto arquitectónico, del dibujo a la maqueta y a la obra construida. En 1922, Van Doesburg y Van Eesteren publican en "De Stijl" un manifiesto con el título de "Hacia la construcción colectiva". En él resumían algunas de sus convicciones sobre el arte y la arquitectura neoplásticos: "Hemos examinado las relaciones entre el espacio y el tiempo y encontrado que el proceso de hacer perceptibles estos dos elementos a través del color produce una nueva dimensión... Eliminando los elementos de limitación (muros, etc.) hemos eliminado la dualidad entre el interior y el exterior. Hemos dado al color en la arquitectura el lugar que le corresponde legítimamente y afirmamos que la pintura separada de la construcción arquitectónica (es decir, la pintura de caballete) no tiene razón de existir".La búsqueda de una nueva armonía pasaba por la de un equilibrio de tensiones, "esencia de la nueva unidad constructiva" que primero se construyó en la pintura, reducida a puros signos definidos por líneas, planos y colores elementales. He aquí el nuevo vocabulario de la arquitectura neoplástica, para el que también ofrecían la posibilidad de escribir edificios, combinando entramados de líneas rectas, colores planos y asimetrías geométricas. Lo que en pintura aspiraba a la bidimensionalidad de la superficie, en arquitectura quería ocupar el espacio, no encerrarlo ni limitarlo. Ni lo irracional, ni lo autobiográfico, ni la naturaleza, ni la historia, ni la memoria tenían cabida en la poética neoplástica. Su utopía formal pretendía organizar la vida y la metrópoli a través de un método. De la pintura a la maqueta y de ahí a la arquitectura, la bondad y corrección del método parecían incuestionables y algunos ejemplos llegaron a realizarse, mientras otros quedaron como sugerentes experiencias plásticas en las que las maquetas, simulacros de arquitecturas, también podían ser entendidas como esculturas. Una de las construcciones más conocidas del neoplasticismo es la Casa Schröder (1924), levantada por G. Rietveld en Utrecht. El color de la arquitectura, la interpenetración de espacios, la descomposición de volúmenes en planos y la planta libre constituían todo un manifiesto de la nueva arquitectura, si bien es cierto que la pionera lección de Wright no quedaba lejos. Un arquitecto que tuvo una enorme fortuna en Holanda, desde Berlage al expresionismo del grupo Wendingen, pasando por el radicalismo de los artistas y arquitectos neoplásticos.De Stijl no tardó en sumar sus fuerzas a otras corrientes constructivistas y racionalistas, incorporando el mito de la máquina a sus argumentaciones, tal y como habían propuesto algunos arquitectos europeos de principios de siglo, aunque renunciando a la memoria y confiando en la vocación formal de la arquitectura. A partir de 1925, Van Doesburg se separa del dogmatismo anterior, liderado aún por Mondrian, y promueve un dialecto del neoplasticismo, el Elementarismo, introduciendo el dinamismo compositivo y la diagonal frente a la rigidez de las mallas ortogonales anteriores, destruyendo así la frontalidad óptica. Sin duda, la experiencia europea de Van Doesburg y sus contactos con el Constructivismo soviético fueron decisivos en este cambio.En arquitectura, De Stijl, aparte de algunas arquitecturas de tesis como la recordada Casa Schröder, establece un relativo compromiso con la historia a través de la doble herencia de Berlage y Wright. Una herencia que contemporáneamente recibía una lectura romántica y expresionista en las posturas defendidas por los arquitectos del grupo Wendingen, entre los que destacan las figuras de M. de Klerk y T. Wijdeveld. Sus edificios ocupan, además, buena parte de la ordenación urbana proyectada por Berlage para el sur de Amsterdam. Por otro lado, la influencia de la arquitectura neoplástica, que quedó formulada en muchas propuestas experimentales de Van Doesburg y Van Eesteren, alcanzó a otros importantes arquitectos holandeses, cómo R. van't Hoff, Oud o W. Marinus Dudok, que encontrarían una salida racionalista y equilibrada a tantos estímulos radicales. Arquitectos que pretenden hacer de De Stijl y de Wright un verdadero Estilo Internacional, poniendo en evidencia el carácter utópico y formalista del neoplasticismo, en cierta forma en las antípodas del racionalismo y de la tipificación. Van Doesburg lo había formulado claramente en 1924: "la arquitectura debe ser anticúbica, asimétrica, no estandarizada, ya que contra la simetría la nueva arquitectura propone la relación equilibrada de partes desiguales".